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Cuando el fotógrafo y el tenista coinciden en la línea de atención

  • Foto del escritor: Serghei Visnevschii
    Serghei Visnevschii
  • 29 sept
  • 2 Min. de lectura
Para lograr una foto “inesperada” hay que estar siempre preparado. Desde este ángulo, Rafa Nadal se muestra de una manera totalmente nueva. © Sergey Vishnevskiy
Para lograr una foto “inesperada” hay que estar siempre preparado. Desde este ángulo, Rafa Nadal se muestra de una manera totalmente nueva. © Sergey Vishnevskiy

Hace poco escribí sobre el incidente entre Medvédev y un fotógrafo en el US Open. Una vez más me recordó: el tenis y la fotografía van de la mano. Siempre estamos cerca, pero debemos permanecer “invisibles”.


Trabajando en los torneos de Grand Slam, he sentido muchas veces esa paradoja: cientos de colegas acreditados alrededor de la pista, pero sólo unos pocos consiguen acceso al photo pit, justo en la línea de fondo. No es sólo cuestión de suerte, es una responsabilidad. Cada disparo allí puede convertirse en historia.

US Open, 1991 — Jimmy Connors contra Aaron Krickstein. Con 39 años, Connors alzó el puño y rompió el silencio del estadio. La imagen publicada en Sports Illustrated se convirtió en símbolo del luchador eterno.
US Open, 1991 — Jimmy Connors contra Aaron Krickstein. Con 39 años, Connors alzó el puño y rompió el silencio del estadio. La imagen publicada en Sports Illustrated se convirtió en símbolo del luchador eterno.

Pero no basta con dominar la cámara. El trabajo de un fotógrafo deportivo exige enorme esfuerzo y paciencia. A veces pasas horas bajo un sol abrasador o un viento helado, cuando un partido se alarga hasta pasada la medianoche. Sientes que ya has capturado todas las fotos posibles: golpes, gestos, emociones. Pero un verdadero profesional sabe: los movimientos en el tenis se repiten, y ese momento único puede llegar precisamente en el siguiente juego. No se puede dejar escapar. Ahí es donde cuentan la resistencia, la disciplina y el instinto.


Boris Becker, Wimbledon 1985. © Reuters
Boris Becker, Wimbledon 1985. © Reuters

Así nacieron imágenes legendarias. En Wimbledon 1985, el joven Boris Becker literalmente flotaba en el aire sobre la hierba. Esas fotos quedaron grabadas en la memoria incluso más que el propio partido.


Federer dijo una vez: «En el movimiento captado en una foto está la verdad del tenis». Yo lo compruebo siempre: el carácter, el pulso, la lucha interior del jugador se pueden leer en un solo golpe.


Roland Garros, 2005. El primer título de Rafael Nadal — cae sobre la arcilla con los brazos abiertos. La foto con la que comenzó la “era Rafa”. © Getty Images
Roland Garros, 2005. El primer título de Rafael Nadal — cae sobre la arcilla con los brazos abiertos. La foto con la que comenzó la “era Rafa”. © Getty Images

La fotografía ofrece al espectador lo que ni siquiera una retransmisión en directo puede dar. El vídeo puedes rebobinarlo; la foto es eternidad. Por eso Nadal admitió que, a veces, las imágenes le ayudan a revivir las emociones con mayor intensidad.


Nuestro oficio es un equilibrio constante. Disciplina, respeto a los jugadores y a las reglas, y al mismo tiempo riesgo, intuición y la disposición a esperar el instante, incluso cuando parece que ya no queda energía. A veces te sientas junto a la red y entiendes: en un segundo la foto será tuya… o se habrá perdido para siempre.


 
 
 

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