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10 000 fotos y una sola pista

  • Foto del escritor: Serghei Visnevschii
    Serghei Visnevschii
  • 20 nov
  • 3 Min. de lectura

Del 10 al 16 de noviembre trabajé en las Finales ATP de Turín. Esta vez todo empezó con una pequeña sorpresa personal: era la primera vez que solicitaba la acreditación como freelance independiente y estaba casi seguro de que me la negarían. Hasta ahora siempre había pedido acreditación en nombre de grandes medios, y la aprobación llegaba automáticamente. Ahora estaba en un nuevo estatus, con nueva incertidumbre. Por eso, cuando llegó el correo con la confirmación –sin preguntas adicionales ni verificaciones– fue sorprendentemente agradable. Incluso absurdamente agradable, como si el universo dijera: “vale, pasa”. Por otra parte, ya había trabajado aquí dos veces y el torneo me conocía…


En las Finales ATP trabajaban sobre todo fotógrafos italianos –torneo local, círculo local. Pero también estaban los grandes: Getty Images envió fotógrafo, Reuters también. Y trabajaba Ray Giubilo, que de repente se hizo mundialmente conocido por aquella foto de la “máscara” de Jasmine Paolini. Un pool muy pequeño y muy ordenado –nada de caos ni empujones. Los organizadores crearon un grupo de WhatsApp donde enviaban toda la información importante: por ejemplo, cuándo y dónde iban a entregar a Carlitos el trofeo por terminar el año como número uno.



Y esta es una de las razones por las que las Finales son casi un descanso para el sistema nervioso de un fotógrafo. Nada del infierno de los primeros días de un Grand Slam, donde saltas entre decenas de pistas intentando fotografiar al máximo número de jugadores. Y la calidad sufre.


En Turín todo es distinto. Una pista central. Un ritmo. Y por fin puedes concentrarte en crear, no en correr detrás de los protagonistas.


Si no fuera por la luz.


La luz que juega en contra del fotógrafo


La pista cubierta del Pala Alpitour sigue siendo una de las más oscuras y complicadas para fotografiar en todo el tenis. Una iluminación teatral y fría cae directamente sobre los jugadores; las gradas quedan en completa oscuridad; la temperatura de color cambia como loca. Azul, celeste, blanco frío –todo a la vez y con distinta intensidad.



«Зумы» здесь часто бесполезны – они с трудом тянут такое освещение. Спасают только «фиксы»: быстрые, светосильные, с максимально раскрытой диафрагмой. Но даже они здесь иногда не вытягивают.


Los zooms aquí casi no sirven –les falta luz. Solo los objetivos fijos rápidos funcionan: luminosos, veloces, abiertos al máximo. Y aun así, a veces no es suficiente.


Hay que caminar por un filo:

  • subes el ISO – aparece el grano y el “jabón”;

  • lo bajas – todo queda oscuro como un sótano;

  • bajas de 1/2000 – la pelota se convierte en un cometa amarillo;

  • subes – ISO vuelve a dispararse, y el círculo continúa.


Las Finales ponen a prueba no solo a los jugadores, sino también a los fotógrafos y a la tecnología moderna.



Lo que se hizo y lo que quedó


En siete días en Turín tomé unas 10 000 fotos. De ellas seleccioné alrededor de 400 – solo las que realmente estaban al nivel. La agencia publicó unas 200.


En el marco de este artículo mostraré 13 imágenes:

  • las 8 de los participantes de las Finales ATP

  • y, por separado, las fotos de “Sincaraz”, como corresponde a los nombres principales.


Estos siete días fueron más que trabajo. Fueron un regreso al entorno donde importa el profesionalismo, donde sientes el pulso del circuito, donde te comparas con tus colegas. Turín volvió a ser una recarga, un recordatorio de por qué todo esto merece la pena.


Son momentos que te hacen entender: sí, la luz puede ser cruel, la técnica puede resistirse, la espalda puede doler… pero estar en el corazón del tenis mundial vale cada esfuerzo.


Todos los fotos © Sergey Vishnevskiy

 
 
 

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