Dos vidas de una misma fotografía
- Serghei Visnevschii

- 16 nov
- 3 Min. de lectura

Cada imagen tiene dos vidas paralelas: el derecho moral y el derecho patrimonial.
El derecho moral es personal.Siempre serás el autor. Este derecho te permite exigir la atribución, impedir que recorten tu foto, que la estropeen con filtros o que la utilicen en un contexto contrario a tu intención. Es una firma invisible dentro de la propia idea de la imagen.
El derecho patrimonial es comercial.Te da el poder de decidir quién puede usar tu imagen y dónde. Venderla, licenciarla o prohibir su uso. Aquí es donde suelen aparecer los conflictos: cuando alguien cree que si “solo pulsaste un botón”, la foto ya no es tuya.
En realidad, estas dos capas son inseparables: una protege tu nombre y la otra, tu trabajo. La ley protege ambas.
Quién es el dueño de la imagen
Si trabajas acreditado —por ATP, WTA, un medio o una agencia— los derechos patrimoniales de uso suelen pasar a ellos. La redacción puede publicar tus fotos, pero tú no puedes venderlas a marcas sin permiso. Antes de “mandar unas fotos al patrocinador para su post”, revisa tu contrato.
La frase “cesión de derechos patrimoniales exclusivos” significa que la imagen deja de pertenecerte. Ni siquiera puedes publicarla en tu Instagram sin autorización.
Por eso los profesionales suelen trabajar con licencias: autorización de uso —sí; propiedad —no. Es justo y protege a ambas partes.
Hoy en Rusia funcionan activamente agencias jurídicas especializadas que, mediante contrato con los fotógrafos, monitorizan Internet para detectar usos ilegales de imágenes. Cuando encuentran infracciones, llevan los casos a tribunales y recuperan sumas considerables. Servicios similares están apareciendo también dentro de las grandes agencias fotográficas para proteger a los autores y su contenido.
Unas reglas sencillas
Guarda los archivos RAW: son tu ADN, tu prueba de autoría.Lee los contratos, sobre todo la letra pequeña.Especifica las condiciones de uso: dónde, cómo y por cuánto tiempo se pueden publicar tus fotos.Usa una firma o un watermark: aunque sea pequeño, frena el robo. No entregues derechos “a cambio de una mención”: tu trabajo vale más que una etiqueta.
Cuando un fotógrafo llega a los tribunales
El derecho de autor parece burocracia… hasta que alguien roba tu foto. Entonces la ley se convierte en tu única defensa.
Estos casos demuestran que detrás de cada imagen hay técnica, talento y también la ley.
Jonathan Mannion vs. Coors Brewing Co. (EE. UU.)
Mannion fotografió al jugador Kevin Garnett en un potente retrato en blanco y negro.Coors lanzó después una campaña con otra persona, pero casi idéntica composición.El tribunal dictó: no es una “idea”, sino una expresión original. Mannion ganó.
Patrick Cariou vs. Richard Prince (EE. UU.)
Prince utilizó docenas de fotos ajenas sin licencia para su serie Canal Zone.Cariou demandó.Una corte declaró infracción; la apelación consideró las obras “suficientemente transformadas”, estirando el concepto de fair use al límite.
Allen Kee vs. NFL y Detroit Lions (EE. UU.)

Kee captó una foto icónica del salto de un jugador.El equipo creó una estatua reproduciendo la pose y proporciones del original.Kee ganó: incluso una escultura puede infringir derechos de autor si replica la imagen protegida.
Daniel Morel vs. AFP y Getty Images (EE. UU.)

Morel publicó fotos del terremoto en Haití en Twitter.AFP y Getty las descargaron y las vendieron.Morel ganó 1,2 millones de dólares. Las redes sociales no eliminan derechos de autor.
Lara Jade Coton vs. TVX Films (EE. UU.)
Su autorretrato apareció robado en la portada de un DVD pornográfico.Tras tres años de juicio, ganó 130.000 dólares. Caso clave en tiempos de difusión digital.
Michael Gaffney vs. Iconic Images y Muhammad Ali Estate
Gaffney descubrió que se usaban fotos suyas de Ali tras haber expirado la licencia.Ganó: la autoría sigue siendo del fotógrafo, incluso décadas después.
La fotografía es tu huella
Una fotografía no es solo una imagen. Es tu mirada, tu reacción, tu experiencia.El derecho de autor no es un trámite —es la defensa de tu identidad y tu profesión.
Protege tus fotos, tu nombre y tus principios.Porque en este mundo ruidoso, la fotografía sigue siendo tu prueba silenciosa y firme:
estuve allí, lo fotografié —y es mío.















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