Visa pour l’Image: el festival que habla el lenguaje de la fotografía

Hace dos semanas regresé de Perpiñán, donde tuvo lugar Visa pour l’Image — el festival de fotoperiodismo más importante del mundo. La semana profesional se extendió durante seis días, y aunque solo pasé algunos en ese entorno, fueron tan intensos que sentí que estaba justo en el centro del fotoperiodismo contemporáneo.

© Sergey Vishnevskiy

En esos días, Perpiñán parecía transformarse en un enorme club de fotografía al aire libre. Calles estrechas, edificios históricos, terrazas de cafés — y casi cada persona con una cámara colgada al hombro. De verdad, parecía que toda la ciudad había decidido convertirse en fotógrafos.

Las exposiciones se organizaron en museos, antiguos hoteles y en iglesias. En una sala podías ver la dura realidad de las cárceles de El Salvador, en otra — la vida de los pescadores en China y Filipinas. Aquí no se trata de “imágenes bonitas”, sino de historias que te marcan y se quedan contigo.

La semana profesional incluyó conferencias, revisiones de portafolio y encuentros con editores de los principales medios del mundo. La mayoría de las charlas fueron en francés, pero en las grandes sesiones ofrecían auriculares con traducción simultánea al inglés, lo que facilitaba mucho las cosas.

Por las tardes, todo Perpiñán se convertía en un espacio de intercambio informal. Las noches transcurrían en restaurantes y cafés: copas de vino, Aperol spritz y conversaciones que unían tanto como el programa oficial.

© Sergey Vishnevskiy

Canon tuvo un papel especial: montó un gran “photo lounge” y llevó todo su parque de equipos. Cualquiera podía probar cámaras u objetivos prestados para realizar sesiones de prueba durante el festival. Yo siempre he trabajado con Nikon, y confieso que sentí cierta pena de que no hubiera otras marcas. Pero al mismo tiempo me alegró ver que todos tenían la oportunidad de no solo “tocar” el equipo más avanzado, sino de usarlo de verdad en condiciones reales.

El festival reúne a colegas de todo el mundo, aunque este año vi sobre todo europeos — pocos invitados de ultramar. Aun así, la densidad de comunicación fue impresionante: paneles oficiales por la mañana, exposiciones por la tarde, debates con una copa de vino por la noche.

© Sergey Vishnevskiy

Para mí, Visa pour l’Image no es solo fotografía. Es intercambio de experiencias, nuevos contactos y conversaciones honestas sobre la profesión. Y sobre todo — un recordatorio de que la fuerza de la fotografía está en contar historias tal como son.

Si amas la fotografía documental y quieres sentir el pulso vivo de la comunidad global del fotoperiodismo, incluye Perpiñán en tus planes. Este festival es el mejor lugar para inspirarte y replantearte tu propio camino en la profesión.