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¿Genio o casualidad?

  • Foto del escritor: Serghei Visnevschii
    Serghei Visnevschii
  • 9 sept
  • 3 Min. de lectura

(Suelo escribir mi blog en ruso, esta es la versión traducida).


Como fotoperiodista profesional estoy convencido: las grandes fotos no son solo cuestión de suerte. Son una mezcla de preparación, intuición y mucho trabajo detrás. He fotografiado tenis en innumerables Grand Slams, y la imagen de Ray Giubilo a Jasmine Paolini en el US Open 2025 es un ejemplo perfecto de cómo el deporte ofrece al fotógrafo la oportunidad de mostrar todo su talento. La pregunta es: ¿ese instante fue pura casualidad… o genialidad?



Primero, la foto en sí. No es un simple golpe de derecha. Paolini, séptima cabeza de serie en Nueva York, perdió el equilibrio por una fracción de segundo durante su debut contra Destanee Aiava. Instintivamente levantó la raqueta Yonex hacia su cara para estabilizarse. Y justo en ese instante, el logo de las cuerdas se alineó a la perfección con sus ojos y boca, creando la ilusión de una máscara de Halloween. El fondo azul del Flushing Meadows desenfocado, su postura dinámica —rodillas flexionadas, brazo extendido, cuerpo inclinado— completan la escena.


La velocidad de obturación era altísima —probablemente 1/4000 o más rápido— para congelar la acción con la luz de esa pista. La composición, impecable, con la raqueta en el centro del encuadre. Y el resultado: cómico y perturbador a la vez. Normalmente, las fotos de tenis son limpias, potentes, muy “estándar”. Los fotógrafos hacen cientos de esas cada partido.


Pero un efecto así… es uno entre un millón. Una milésima de segundo antes o después y la magia se habría perdido.


¿Casualidad? Sí y no. El gesto de Paolini fue fortuito, Giubilo mismo lo dijo: “solo movió la raqueta de manera distinta”. Al día siguiente intentó repetir la foto con colegas, hicieron cientos de disparos… y nada. Pero sin su posición elegida con paciencia, enfocándose en ella desde el box de entrenadores, nunca habría ocurrido. No fue azar ciego, fue esperar el momento durante años. En mi experiencia, muchos novatos ni siquiera anticipan instantes mucho más sencillos. El deporte regala sorpresas, pero el fotógrafo debe estar listo.


¿Y genio? Giubilo lo es. Lleva 37 años en la profesión. Empezó en Australia, en el mundo del textil deportivo, y pasó a la fotografía inspirado por leyendas como John Newcombe. Ha cubierto más de 100 Slams, ¡31 de ellos US Open! Trabaja 14 horas al día en los torneos grandes, cubriendo hasta 20 partidos diarios: resistencia de atleta con una cámara en las manos.


Hoy, con 69 años, sigue al pie del cañón. Esta foto explotó en redes: en Instagram pasó de unos pocos miles a más de 12 mil seguidores, y solo esa imagen superó 1,3 millones de vistas.


El disparo fue con una Nikon Z9 en modo ráfaga deportiva. Trabaja para la prensa italiana, lo que explica su paciencia en seguir tan de cerca a Paolini. No se dio cuenta de inmediato del valor de la foto; fue al revisarla cuando su instinto —cultivado durante décadas— le dijo: “esto es oro”. Y no se equivocó: él mismo la llama la foto más valiosa de su carrera.


Paolini lo confirmó: después de su siguiente partido se acercó directamente en la pista y le dijo: “Great photo”. Un halago rarísimo viniendo de una jugadora. Giubilo lo atribuyó humildemente a “ayuda de arriba”, pero la realidad es que el verdadero talento está en estar preparado para el milagro.


Ese tipo de imágenes elevan la profesión: demuestran que la fotografía deportiva no es solo oficio o registro, sino arte capaz de influir en la cultura.


En resumen, la foto de Paolini es equilibrio puro: la casualidad abrió la puerta, y el genio de Giubilo la atravesó para convertirla en un instante eterno.


Un recordatorio para todos los fotógrafos: paciencia, velocidad y el mundo se revelará desde ángulos inesperados.


 
 
 

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